La inseguridad cibernética y el cibercrimen ocupan octavo puesto de la lista de riesgos globales más relevantes
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La inseguridad cibernética y el cibercrimen están en la octava posición en la lista de riesgos globales identificados por las empresas, tanto a corto como a largo plazo, según un informe realizado por el Foro Económico Mundial en colaboración con Marsh McLennan y Zurich Insurance Group,
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Este informe explora algunos de los riesgos más severos que podríamos tener que enfrentar a dos años vista y en el horizonte de una década. En su edición de 2023, destaca como los riesgos más probables a corto plazo los los relacionados con la pandemia y la guerra de Ucrania, que ponen en primer plano las crisis energética, inflacionista, alimentaria y de seguridad. Así, en el plazo de dos años los riesgos dominantes son el coste de la vida; los desastres naturales y los episodios de meteorología extrema; la confrontación geoeconómica; el fracaso en mitigar el cambio climático; la erosión de la cohesión social y la polarización social; los incidentes medioambientales dañinos a gran escala; el fallo en la adaptación al cambio climático; la ciber-inseguridad y el cibercrimen; las crisis de recursos naturales y, por último, la migración involuntaria a gran escala.
En el horizonte de una década, en los primeros del ranking aparecen los riesgos globales de índole predominantemente medioambiental, como son el fallo en la mitigación el cambio climático y en la adaptación al mismo, los desastres naturales y los episodios de meteorología extrema; el colapso de los ecosistemas y la pérdida de la biodiversidad. La migración involuntaria masiva sube hasta la posición número cinco y las crisis de los recursos naturales a la seis, mientas que la polarización social y la erosión de la cohesión social baja al puesto siete.
El riesgo que supone el cibercrimen para la seguridad cibernértica se mantiene en el octavo lugar a diez años vista y cierran la lista confrontación geoeconómica y los fenómenos medioambientales dañinos a gran escala.
El informe concluye que, en los próximos años, los gobiernos tendrán que hacer frente a difíciles disyuntivas en materia de sociedad, medioambiente y seguridad y pide a los líderes que actúen de forma colectiva y decidida, equilibrando las visiones a corto y largo plazo. Además de una acción climática urgente y coordinada, recomienda esfuerzos conjuntos entre países, así como la cooperación público-privada para reforzar la estabilidad financiera, la gobernanza tecnológica, el desarrollo económico y la inversión en investigación, ciencia, educación y sanidad.
