Rusia asegura haber sido víctima de ciberataques de EEUU desde hace años

  • Infraestructuras críticas

La acusación se produce después de que The New York Times publicara un artículo en el que asegura que Estados Unidos está intensificando las incursiones digitales en la red eléctrica de Rusia.

Las guerras ya no se libran en el mundo real. Ocurre desde hace años. Quizá antes de que Stuxnet apareciera en escena. ¿Stuxnet? Sí, un malware que atacó centrales nucleares iraníes y que fue desarrollado, como se demostraría más adelante, por expertos de Estados Unidos y de Israel. La ciberguerra no ha parado, se lucha a nivel de red, con bits y bytes, mientras en la superficie asistimos al inicio de una nueva Guerra Fría.

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Ahora es el propio Kremlin quien alza su voz para decir que Moscú ha sido víctima de ciberataques procedentes de Estados Unidos desde hace años. Y lo hace poco después de que The New York Times haya publicado un artículo en el que asegura que Estados Unidos está intensificando las incursiones digitales en la red eléctrica de Rusia en una advertencia al presidente Vladimir V. Putin y una demostración de cómo la administración de Trump está utilizando las herramientas digitales de forma más agresiva.

Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin habla de ataques contra las organizaciones de medios y financieras, contra infraestructuras críticas, que proceden de varios países occidentales, incluido Estados Unidos. También desvela Peskov que Vladimir Putin ha sugerido a Washington trabajar de manera conjunta en el campo de la ciberseguridad, sugerencia que “ha sido rechazada por nuestros colegas americanos”.

Según el diario neoyorquino, los defensores de estrategias más agresivas dicen que hace mucho que éstas se han retrasado, que durante años se lleva advirtiendo que Rusia ha insertado malware que podría sabotear centrales eléctricas estadounidenses, oleoductos y gasoductos, así como suministros de agua en cualquier conflicto futuro con los Estados Unidos.

El mayor riesgo es escalar la Guerra Fría digital y diaria entre Washington y Moscú a la que el resto del mundo asistirá, o no, como público.