Mitos y realidades sobre la seguridad de la inteligencia artificial

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La rápida adopción de la IA ha generado confusión sobre cómo protegerla eficazmente. Dell Technologies identifica los principales mitos que obstaculizan su implementación segura, y propone estrategias realistas para reforzar la seguridad sin reinventar la infraestructura.

La inteligencia artificial avanza a gran velocidad en las organizaciones, pero su crecimiento viene acompañado de dudas y falsas creencias sobre su seguridad. Dell Technologies ha publicado un análisis en el que desmonta cuatro de los mitos más extendidos en torno a la protección de sistemas basados en IA, y propone medidas concretas para garantizar entornos digitales confiables.

 

Confianza cero, trazabilidad y supervisión humana para una IA segura

Uno de los mitos más comunes es que los sistemas de IA son demasiado complejos para protegerlos. Aunque esta tecnología amplía la superficie de ataque —especialmente frente a amenazas como ransomware o DDoS—, Dell subraya que no es necesario rediseñar por completo la infraestructura. Aplicar principios de confianza cero, reforzar los controles de acceso y establecer políticas claras de datos son pasos clave para reducir vulnerabilidades.

Otro error frecuente es pensar que las herramientas actuales no sirven para proteger la IA. En realidad, soluciones como la gestión de identidades, la segmentación de red o la protección de datos siguen siendo válidas. Lo esencial es adaptarlas al nuevo contexto, incorporando auditorías de modelos, trazabilidad de entradas y salidas, y registros de uso indebido.

También se tiende a creer que asegurar la IA consiste únicamente en proteger los datos. Sin embargo, Dell advierte que la seguridad debe extenderse a modelos, APIs y dispositivos. Los sistemas pueden ser manipulados con datos maliciosos, por lo que es necesario implementar mecanismos de verificación, autenticación robusta y monitorización continua.

Por último, la autonomía de los agentes de IA ha alimentado la idea de que la supervisión humana dejará de ser necesaria. Nada más lejos de la realidad: la gobernanza sigue siendo esencial para garantizar un uso ético y alineado con los objetivos de cada organización. Establecer límites claros, aplicar controles en capas y realizar auditorías periódicas son prácticas imprescindibles.