Cinco imprescindibles para proteger los entornos de trabajo híbridos
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¿Es posible conjugar ciberseguridad y teletrabajo? La respuesta es sí, siempre y cuando se lleven a cabo una serie de acciones para proteger los nuevos entornos de trabajo, en los que se combina el trabajo presencial y el modelo en remoto. Tras analizar cómo pueden desencadenarse los ataques, los especialistas de Proofpoint nos explican cómo hacerlo.
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Un reciente informe de Proofpoint ponía de relieve que más de la mitad de los responsables de ciberseguridad de empresas españolas se sienten poco preparados para hacer frente a un ciberataque, cuyas repercusiones pueden ser ahora más preocupantes incluso que el año pasado. Ante el aumento del teletrabajo y también de las amenazas dirigidas, siete de cada diez CISOs españoles consideran que la mayor vulnerabilidad en su organización es el error humano.
No es un tema menor, y más ahora que muchos empleados trabajan a distancia, lo que plantea el reto de proteger los entornos laborales híbridos. Analizando las principales brechas de seguridad de los últimos dos meses, los investigadores de Proofpoint han identificado cómo pueden ser los ataques en esos entornos híbridos en los que los empleados reparten su jornada entre la oficina y su domicilio, y han identificado las cinco áreas en las que deben centrarse los equipos de seguridad para blindarlos. Son las siguientes:
- Configurar adecuadamente dispositivos en la red. Es crucial gestionar las vulnerabilidades de los dispositivos, después de más de un año conectados a redes domésticas. Antes de reconectarlos a la red corporativa es fundamental analizar su seguridad por completo para asegurar que están limpios. Esto puede evitar potenciales infecciones con malware que puedan comprometer los sistemas de la organización. Hay que hacer un gran esfuerzo en gestión, control y reconfiguración de activos, así como comprobar que todos los dispositivos están parcheados y actualizados. Muchos usuarios ni siquiera reinician sus máquinas, por lo que es necesario llevar a cabo acciones de lo más básico.
- Analizar los nuevos comportamientos de los empleados y definir nuevas políticas. Lo habitual es que los usuarios hayan relajado sus hábitos de seguridad, lo que requiere de más esfuerzos para volver a formarlos. La gente ha ido creando nuevas culturas y formas de trabajar, de ahí que los equipos de seguridad deban reforzar entre los empleados las "buenas" prácticas. Es necesario definir qué es lo bueno en este nuevo mundo híbrido y, a continuación, apuntalar estos conceptos con una concienciación sobre seguridad que se adapte a los comportamientos.
- Mantener la colaboración. Aunque el correo electrónico siga siendo el canal principal de comunicación entre empleados y con terceros, los usuarios han empezado a utilizar cada vez más servicios de telecomunicaciones que no eran habituales en el día a día de la empresa. Los ciberdelincuentes son conscientes de que las herramientas de colaboración son un objetivo muy fácil para propagar malware en una organización, incluso en este entorno laboral híbrido. Cualquier canal, aplicación o servicio nuevo puede convertirse en un vector de ataque. No es necesario bloquear los sistemas o evitar estas nuevas formas de trabajo, pero sí hay que conocerlas y protegerlas.
- Protegerse frente las amenazas más recurrentes. Las personas siguen siendo el principal objetivo de los ciberdelincuentes, independientemente del lugar desde el que trabajan. Así lo demuestra un estudio de Verizon, que subraya que la táctica más usada en los ataques fue el phishing (35%), y el factor humano fue clave en el 85% de los ataques. Un solo clic es suficiente para el éxito de un ciberataque, y ese clic puede darse en la oficina, en casa o en movimiento. Además, los datos de usuario y contraseñas son las nuevas joyas de la corona: proporcionan acceso a datos que se están trasladando cada vez más a la nube. De hecho, las credenciales se utilizaron en el 61% de los incidentes que hubo el año pasado.
- Formar a los nuevos trabajadores. La incorporación de nuevos profesionales también comporta riesgos de seguridad. Su propia situación los convierte en blancos fáciles para la ingeniería social: todavía no conocen a todos sus compañeros, seguramente no han recibido formación en seguridad por parte de la organización y están deseosos por agradar.