Cuatro recomendaciones para proteger las claves, en el Día Mundial de las Contraseñas

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Más de 23 millones de usuarios en todo el mundo han sufrido el robo de contraseñas por utilizar la archiconocida contraseña '123456'. Por eso, no está de más conocer los ataques más comunes a estas claves que, mediante un mal uso, son el origen de pérdidas de información. También repasamos una serie de indicaciones para que los usuarios y empresas eviten estar entre las víctimas.

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Contar con contraseñas seguras es un factor fundamental tanto para organizaciones empresariales como para el usuario. Hoy con motivo del Día Mundial de las Contraseñas, que se celebra el primer jueves del mes de mayo, repasamos con los expertos en Entelgy Innotec Security las técnicas más comunes que emplean los ciberdelincuentes y los errores de los usuarios para, después, centrarnos en los consejos que nos permitirán estar más protegidos.

Los ataques más comunes son seis:

- Fuerza bruta. El ciberdelincuente utiliza programas especiales que prueban contraseñas al azar hasta dar con la correcta, si bien el atacante intenta primero las más comunes, tales como “1q2w3e4r5t”, “zxcvbnm” o “qwertyuiop”. Si esto no funciona, tratará de obtener alguna pista consultando información relacionada con el usuario. Para ello, tan solo necesitará visitar sus perfiles en redes sociales, en muchas ocasiones mal configurados en términos de privacidad.

- Ataque de diccionario. Un programa informático prueba cada palabra de un “diccionario” previamente definido y que contiene las combinaciones de contraseñas más utilizadas en el mundo.

- Ataque keylogger. El usuario instala inconscientemente un malware, conocido como keylogger, al acceder a un enlace o descargar un archivo de internet. Una vez instalado, éste captura todas las pulsaciones del teclado, incluyendo las contraseñas, y se las envía a los ciberdelincuentes. Es especialmente peligroso ya que registra todo lo que el usuario escribe.

- Phishing. Los cibercriminales engañan a la víctima para que introduzca sus credenciales de inicio de sesión en un formulario fraudulento, al que el usuario ha accedido al clicar en un enlace enviado a través de correo electrónico, redes sociales o aplicaciones de mensajería instantánea. Este mensaje suplanta la identidad de una organización o empresa importante que requiere atención inmediata, por lo que el usuario es fácilmente engañado.

- Ingeniería social. Son aquellas que no se llevan a cabo a través de equipos informáticos. La práctica conocida como “shoulder surfing”, es decir, espiar a un usuario cuando está escribiendo sus credenciales, una llamada de teléfono suplantando la identidad de alguien que requiere una contraseña, así como la simple tarea de buscar en el puesto de trabajo de la víctima son algunas de las técnicas más empleadas dentro de esta tipología. De hecho, una práctica muy común es dejar la contraseña apuntada en un post-it alrededor del equipo, lo cual es totalmente desaconsejable.

- Spidering. Uno de los principales errores cometidos por los usuarios es crear contraseñas relacionadas con su vida personal o trabajo. Los ciberdelincuentes son conscientes de ello y, por tanto, lo aprovechan para robarlas. En esta técnica se emplea una “araña” de búsqueda, muy similar a las empleadas en motores de búsqueda, que va introduciendo los términos. Se trata de un ataque especialmente efectivo contra grandes empresas, pues disponen de más información online, así como para obtener contraseñas de redes Wi-Fi, generalmente relacionadas con la propia compañía.

Los expertos de esta firma ofrecen también unas recomendaciones para que usuarios y empresas mejoren la protección de sus contraseñas.

Transmitir buenas prácticas 
Implantar una política de seguridad interna debería ser la primera medida que deberían poner en marcha las empresas para transmitir a los empleados las obligaciones y buenas prácticas en relación con la seguridad de la compañía. Entre estas se encuentran la obligación de confidencialidad de la información manejada, bloquear la sesión al ausentarse del puesto de trabajo o la prohibición de instalar cualquier software sin previa autorización.

Ponerlo difícil
Según el último informe del Centro Nacional de Ciberseguridad de Reino Unido (NCSC) 23,2 millones de usuarios de todo el mundo que han resultado víctimas de una brecha de seguridad utilizaban como contraseña para sus cuentas '123456'. Para evitar estos ataques es recomendable, en primer lugar, modificar la contraseña la primera vez que accedemos a una nueva cuenta o equipo. Esa nueva clave, preferiblemente de más de 8 caracteres, deberá incluir signos, caracteres especiales y alternar mayúsculas y minúsculas. Además, será importante evitar palabras comunes o relacionadas con información personal del usuario. Por último, esta contraseña se debe modificar cada seis meses y no reutilizarla.

Cuidar la contraseña
Un 69% de profesionales admite compartir contraseñas con sus compañeros de trabajo, una práctica muy poco segura si, además, esta información se transmite por algún medio online. Lo recomendable es no dar este dato a ningún compañero de trabajo ni dejarla apuntada en ningún documento. Además, es muy importante crear una contraseña diferente para cada cuenta de usuario, de forma que si una es robada no se vean comprometidos varios servicios.

Utilizar herramientas de almacenamiento de contraseñas
Como medida de seguridad extra y más profesional, el usuario puede optar por emplear alguna herramienta de almacenamiento y administración de contraseñas. Si bien es cierto que estas no son 100% seguras, sin duda será más difícil el robo de una contraseña si el usuario hace uso de estos gestores. Además, algunos de ellos ofrecen la posibilidad de incluir una doble autenticación, es decir, proporcionar una capa de protección adicional. Por otro lado, este tipo de herramientas pueden contribuir a que se reduzca el tiempo que los trabajadores destinan a introducir o resetear su contraseña. Según el informe mencionado, los empleados aseguran que pierden de media 12,6 minutos a la semana o 10,9 horas al año poniendo y reseteando contraseñas. Esto se traduce en unas pérdidas estimadas en 5,2 millones de dólares anuales por compañía.