La ciberseguridad se consolida con el principal riesgo al adoptar la inteligencia artificial

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El 56% de las empresas encuestadas por McKinsey para conocer el estado de la inteligencia artificial, utilizan la tecnología al menos en una función. El estudio constata que su uso se ha intensificado desde el inicio de la pandemia. El mayor riesgo percibido sigue siendo la ciberseguridad.

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Un estudio de McKinsey & Company, realizado a partir de 1.843 encuestas a representantes de empresas de todas las regiones, ha analizado el grado de implantación de la inteligencia artificial en el último año.

El 56% de los participantes afirma haber adoptado IA en al menos una función, frente al 50% de 2020. McKinsey observa que las empresas de todo el mundo han continuado incorporando en 2021 la IA en sus productos y procesos, con beneficios sustanciales. No solo se adoptan más prácticas y más complejas, sino que utilizan las herramientas de manera más eficiente y sacan cada vez mayor partido de los recursos en la nube. Este año, el uso de IA se incrementa más en las compañías radicadas en países de economías emergentes (de 45% en el 2020 a 57%) que en los de economías desarrolladas. A su vez, se incrementa en cinco puntos porcentuales la proporción de encuestados que atribuye al menos un 5% de sus beneficios (EBIT) a la IA, del 22% al 27%.

Aunque la percepción acerca de la contribución de la tecnología a la mejora de ingresos se mantiene estable, en este último análisis se le atribuye un papel en la reducción de costes mucho más significativo. Para casi todas las áreas analizadas, la mayoría de los encuestados afirman que su uso ha permitido reducir los costes en más del 20%. Según la firma, resulta lógico que la aplicación de herramientas de IA implique un efecto directo importante de reducción de costes en el primer año, que podría mitigarse en años posteriores si el ritmo de implantación no continúa. En este sentido, dos tercios de los encuestados han señalado la intención de sus compañías de mantener las inversiones en IA durante los próximos tres años, como ya recogía el estudio publicado en 2020.

Por otra parte, el estudio señala también que el desarrollo y uso de herramientas de IA no está exento de riesgos que las compañías deben trabajar para mitigar, un área donde siempre se puede mejorar. De hecho, el mayor riesgo percibido sigue siendo la ciberseguridad, aunque escalan puestos respecto del año pasado la igualdad y la justicia. Destaca también la diferencia entre la relevancia que las economías avanzadas atribuyen a los riesgos asociados al cumplimiento normativo o a la explicabilidad de los modelos, frente a las economías emergentes. Estas, por su parte, atribuyen una relevancia más alta que las avanzadas a los riesgos asociados al desplazamiento de trabajadores. Los encuestados señalan la necesidad de priorizar entre los riesgos que atienden, dada la falta de capacidad para atenderlos todos. Sin embargo, en las economías avanzadas consideran que esperan a que la ley empiece a exigir la prevención de dichos riesgos para llevarla a cabo.

En general, las empresas más avanzadas afirman usar más prácticas relacionadas con las pruebas y la comprobación de datos, con la identificación de sesgos en los modelos o con la conservación de evidencias y documentación sobre su funcionamiento. Las diferencias sobre el resto de empresas son importantes en casi todos los casos, aunque cabe destacar una excepción: el 24% de las empresas avanzadas cuenta con profesionales en el ámbito legal y de riesgos para trabajar con los equipos de científicos de datos y ayudarles a entender las definiciones de sesgo y de grupos protegidos. Sin embargo, en las empresas menos avanzadas esta cautela se utiliza por el 26% de los encuestados.