Las opiniones falsas son un problema para las tiendas online, ¿quién las escribe?

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Las valoraciones falsas se han convertido en un problema para los comercios online, ya que minan la confianza de los clientes y, al final, cuestan dinero. Trusted Shops ha elaborado cuatro perfiles sobre cómo son las personas que las hacen.

Las opiniones falsas son una de los principales problemas del comercio online ya que minan la confianza de los clientes y, con ello, un fundamento esencial del comercio electrónico, sino que también cuestan dinero a las empresas.

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Según una encuesta realizada por Trusted Shops, el 3% de los usuarios confiesa haber escrito alguna opinión. La firma, a partir de su experiencia en la gestión de valoraciones de clientes, ha identificado cuatro tipos de personas que hacen este tipo de comentarios para saber cómo son y qué esperan conseguir de ello:

-      El trol. Le molestan incluso las cosas más pequeñas. Su nivel de tolerancia está por debajo del nivel del mar. Por eso, vive principalmente en una cueva y desde allí busca por Internet pequeñas cosas que no encajan con su limitada visión del mundo: puede ser la información de un producto, meras opiniones o imágenes. Es entonces cuando se desata. Lo hace de forma digital, exclusivamente digital. Pero de manera muy amplia. No le importa dónde. Insulta, ofende, provoca y acecha. Esa es su pasión. Es entonces cuando sale de su madriguera: es el trol.
-      El graciosete. El ingenio no entiende de límites y gastar bromas forma parte de la identidad del graciosete: es su lema vital. Para él, todo en la vida es diversión, especialmente en Internet. No puede resistir el impulso de dejar un comentario a un producto o un servicio que no tiene sentido pero que, desde su punto de vista, tiene gracia. A él, y a nadie más, le parece gracioso.
-      El egochulo. En Internet se siente poderoso y fuerte, todo un aventurero. Ahí cualquiera puede dar su opinión, ahí se le escucha. Al menos es lo que cree. Cuando deja una valoración, aumenta su ego hasta límites insospechados. Por ejemplo: “Vaya batidora, no puedes hacer nada”, “Vaya clase de yoga. ¡A nadie le gusta la postura del perro!”.En cuanto escribe un par de críticas falsas, se mira en el espejo y se siente satisfecho. En la vida real no abre la boca, pero en Internet, con sus opiniones falsas, es toda una autoridad.
-      El rambo digital. Solo ante el peligro en la red. Dar a que algo no le gusta, los emojis y los insultos son las armas preferidas de los rambos digitales. Internet es su campo de batalla. Su estrategia: ¡el ataque! Sin reservas. No hay nada a salvo, ninguna pequeña banalidad queda «sin valorar» o, mejor, «sin arrasar». Él mismo tiende hacia la violencia absoluta; en su universo no existen divisiones: él es juez y verdugo en uno.