Cloud en 2025: la era de la inteligencia, la soberanía y la ciberseguridad conectada

  • Opinión
Víctor Orive

La madurez de la nube se traduce hoy en entornos más complejos y exigentes. La estrategia multicloud —el uso combinado de varios proveedores— es ya una realidad para muchas organizaciones, que buscan así mayor flexibilidad, resiliencia y capacidad de adaptación.

Por Víctor Orive, CEO de ADM Cloud & Services

 

La nube ha dejado de ser una promesa para convertirse en el pilar sobre el que se construye la transformación digital. En 2025, el fenómeno Cloud evoluciona a gran velocidad, marcado por cinco grandes fuerzas que confluyen en un mismo punto: inteligencia artificial, seguridad avanzada, normativas estrictas, modelos multicloud e híbridos, y una renovada preocupación por la soberanía del dato. Y en medio de esta transformación, las empresas se enfrentan al reto de convertir la tecnología en una ventaja competitiva real, sin perder de vista los riesgos.

La madurez de la nube se traduce hoy en entornos más complejos y exigentes. La estrategia multicloud —el uso combinado de varios proveedores— es ya una realidad para muchas organizaciones, que buscan así mayor flexibilidad, resiliencia y capacidad de adaptación. Paralelamente, el modelo híbrido, que integra servicios Cloud con infraestructuras locales, cobra protagonismo al permitir una transición progresiva y controlada hacia entornos más digitales. Todo esto ocurre en un contexto donde la sostenibilidad tecnológica gana peso: la eficiencia energética, el uso de energías renovables o la refrigeración líquida en centros de datos son ya parte de la agenda tecnológica global.

En España, la adopción de la nube avanza con paso firme, aunque aún queda camino por recorrer. El crecimiento anual en torno al 20% no ha sido suficiente para mantener el peso relativo del país en el ecosistema digital europeo. La clave para recuperar terreno está en acelerar esa tasa de adopción, invertir en infraestructuras y fomentar un marco que incentive la innovación. España cuenta con ventajas estratégicas indiscutibles, como una red de fibra óptica líder o una localización privilegiada entre tres continentes, pero necesita trasladar ese potencial al ámbito tecnológico y normativo.

Uno de los factores que más condicionan esta evolución es, sin duda, la seguridad. En un entorno Cloud, la noción clásica de perímetro desaparece: los datos y aplicaciones se alojan en múltiples entornos, públicos y privados, locales y distribuidos. Por eso, la ciberseguridad en la nube ya no puede abordarse como un añadido, sino como una capa estructural que acompaña desde el diseño. Modelos de responsabilidad compartida, políticas de acceso basadas en identidades, cifrado en tránsito y en reposo, y, sobre todo, inteligencia artificial para monitorizar y responder en tiempo real, son hoy requisitos básicos.

Y no hablamos de riesgos hipotéticos. Las amenazas se han vuelto más sofisticadas y los atacantes también se benefician del uso de la IA. En paralelo al desarrollo de sistemas de defensa avanzados, la inteligencia artificial ha comenzado a ser utilizada por los ciberdelincuentes para lanzar campañas de phishing más creíbles, automatizar ataques masivos o incluso generar deepfakes con fines maliciosos. Esta carrera entre ataque y defensa, entre algoritmos protectores y algoritmos ofensivos, marca el nuevo campo de batalla digital.

Ante esta nueva realidad, la regulación ha dado un paso al frente. Normativas como la directiva europea NIS2 o la futura Ley de Datos han elevado el nivel de exigencia para las empresas en materia de ciberseguridad, trazabilidad y resiliencia. Estas regulaciones, lejos de ser un freno, son una oportunidad para construir entornos más confiables y competitivos. Exigen adaptación, sí, pero también ofrecen garantías de interoperabilidad, reducción de la dependencia tecnológica y fomento de la competencia. En este nuevo ecosistema, la confianza digital se convierte en un valor diferencial.

En Europa, además, emerge con fuerza el concepto de soberanía del dato. No se trata solo de cumplir con normativas como el RGPD, sino de garantizar que la información crítica generada en territorio europeo se almacene y procese bajo marcos jurídicos propios. La creación de nubes soberanas, la apuesta por proveedores locales y la reducción de la dependencia de plataformas cerradas son señales claras de una voluntad de proteger la autonomía tecnológica del continente. Y esta tendencia no se limita a la política: también se traduce en decisiones estratégicas dentro de las organizaciones.

A todo esto, se suma un enemigo silencioso y difícil de controlar: los ataques internos. Las estadísticas indican que el 90% de las organizaciones se sienten vulnerables a amenazas provenientes del propio personal. Frente a este riesgo, cada vez más empresas apuestan por modelos Zero Trust, autenticación multifactor, control de accesos granular y monitorización basada en inteligencia artificial. Pero la tecnología no lo es todo: la cultura organizativa, la formación y las políticas internas son igual de relevantes para minimizar la exposición a estos ataques.

En este escenario tan exigente, el papel de los MSSP (Managed Security Service Providers) cobra una relevancia estratégica. Las empresas ya no buscan proveedores de servicios al uso: necesitan aliados tecnológicos que les ayuden a anticiparse a los riesgos, garantizar el cumplimiento normativo, implementar soluciones personalizadas y asegurar la sostenibilidad de su infraestructura. La ciberseguridad proactiva se impone frente al modelo reactivo, y la innovación constante se convierte en una condición indispensable.

Desde ADM Cloud & Services, trabajamos precisamente con esta visión. Nuestra oferta SaaS se apoya en soluciones de monitorización con inteligencia artificial y machine learning para ofrecer visibilidad total y en tiempo real sobre datos, sistemas, usuarios y aplicaciones. A esto sumamos herramientas de protección inteligente y cifrado que aseguran la integridad de los flujos entre entornos Cloud e híbridos. Nuestra meta es clara: dotar a nuestros partners de las capacidades necesarias para que no solo estén protegidos, sino que además puedan ofrecer ese mismo nivel de confianza a sus propios clientes.

2025 no es un año más. Es un punto de inflexión. La nube ya no es simplemente un entorno de alojamiento flexible: es el espacio donde confluyen la innovación, la protección de datos, la soberanía digital y el desarrollo sostenible. Las organizaciones que sepan interpretar este nuevo mapa serán las que lideren la próxima década.