Hacking ético y pruebas de intrusión, pilares de la ciberseguidad proactiva
- Opinión

Hoy en día, son pocas las empresas que ignoran la importancia de la ciberseguridad. Sin embargo, aunque la concienciación ha avanzado, la implementación de una estrategia eficaz sigue siendo un reto pendiente para muchas organizaciones.
Por Paul Renouf, EMEA Delivery lead, Sophos Red Team.
En este contexto, los servicios de hacking ético y las pruebas de intrusión se consolidan como palancas esenciales para anticipar, detectar y contener las ciberamenzas. Estas prácticas deberían estar en el centro de cualquier postura defensiva que se considere madura y proactiva.
Prácticas con distintos enfoques
La mayoría de empresas, con independencia de su tamaño, ya recurren a servicios de pruebas de intrusión o auditorías de seguridad. Pero las motivaciones varían: algunas lo hacen para cumplir con requisitos normativos (ISO 27001, RGPD, DORA…), mientras que otras los consideran herramientas estratégicas para identificar vulnerabilidades reales, evaluar su capacidad defensiva o poner a prueba sus equipos internos.
La creciente madurez del mercado ha dado lugar a diferentes enfoques. Un simple escaneo de vulnerabilidades permite detectar fallos conocidos en un momento determinado, sin llegar a explotarlos. Se trata de un nivel básico, utilizado a menudo para obtener una visión inicial del sistema.
En el extremo opuesto, el Red Teaming simula el comportamiento de un atacante real, discreto y persistente, con el objetivo de superar las barreras defensivas sin ser detectado. Y, entre ambas aproximaciones, la prueba de intrusión clásica permite comprobar la explotación concreta de una vulnerabilidad, mientras que los enfoques denominados Purple Team implican una colaboración directa entre los equipos ofensivos de pruebas y los equipos defensivos internos.
Un marco estrictamente ético y contractual
Al contrario a lo que muchos piensan, el hacking ético no es una actividad clandestina. Todas las intervenciones realizadas en este contexto están estrictamente reguladas: se define un perímetro, se establece un calendario, se fijan objetivos y nada se ejecuta sin el consentimiento formal de la empresa involucrada. Es una práctica responsable y documentada, cuyo único objetivo es reforzar la postura de ciberseguridad de la organización evaluada.
Los resultados se presentan en informes detallados, que destacan las vulnerabilidades identificadas, los métodos utilizados para explotarlas y los posibles impactos. Posteriormente, se formulan recomendaciones correctivas, quedando al criterio de la empresa implementarlas o no. Una vez aplicadas las correcciones, a menudo se realiza un nuevo análisis para comprobar la eficacia de las medidas adoptadas.
IA, automatización y límites actuales
El uso de la Inteligencia Artificial en las actividades de pruebas de intrusión sigue siendo limitado hoy en día. Si bien la exploración de casos de uso interno permite ganar eficiencia, como la redacción automatizada de informes o la generación de scripts, los entregables siguen siendo, en su mayoría, elaborados por personas.
En el futuro, podría plantearse una automatización parcial para industrializar ciertas auditorías a gran escala, pero sólo en contextos bien definidos. El reto aquí es doble: mantener un alto nivel de calidad y, al mismo tiempo, responder a una demanda de mercado cada vez mayor. Las empresas esperan respuestas rápidas, claras y operativas, y no únicamente tablas generadas por IA sin tener en cuenta el contexto de la empresa.
Prioridad de la alta dirección
La ciberseguridad ya no es únicamente responsabilidad de los equipos de TI. Ahora se percibe como un riesgo empresarial en toda regla, al mismo nivel que la gestión financiera o la continuidad del negocio. Esta evolución es positiva, ya que permite romper silos y fomentar iniciativas estructurantes. El objetivo ya no consiste sólo en ‘pasar la auditoría’, sino en construir una organización resiliente, capaz de reaccionar y recuperarse rápidamente.
Una prueba de intrusión anual es el mínimo indispensable, pero en entornos ágiles (aplicaciones web, arquitecturas cloud en evolución, sistemas OT…), pueden ser necesarias auditorías trimestrales o incluso mensuales. También es importante recordar que la prueba no es un fin en sí mismo. Forma parte de una estrategia más amplia de gestión de riesgos, mejora continua y alineamiento estratégico.
Las pruebas de instrucción y el hacking ético representan mucho más que un ejercicio técnico; constituyen herramientas clave para estructurar una estrategia de ciberseguridad robusta y alineada con los objetivos del negocio. Y requieren una visión global, con un compromiso real de la organización en todos los niveles.