NIS2 y el desafío del cibercrimen. Anticiparse para liderar
- Opinión

La automatización ha multiplicado la capacidad operativa de los atacantes, mientras que la inteligencia artificial ha perfeccionado sus tácticas: sin más precisas, más convincentes y, sobre todo, más difíciles de interceptar. En este contexto, la velocidad de reacción se ha vuelto un factor crítico.
Por Pedro Viana, head of presales Iberia de Kaspersky
La revolución digital ha impulsado a las organizaciones hacia nuevos horizontes de eficiencia, conectividad e innovación. Sin embargo, este progreso también ha abierto la puerta a nuevos tipos de vulnerabilidades. Y, en el centro de esta transformación irrumpe la inteligencia artificial generativa: una tecnología que, aunque impulsa el desarrollo, también han sido rápidamente adoptadas por actores maliciosos que buscan explotar cada brecha del entorno digital.
Hoy, los ataques son más veloces, masivos y difíciles de detectar. Deepfakes, campañas de phishing hiperpersonalizadas, malware adaptativo o bots que explotan vulnerabilidades de forma incansable forman parte del nuevo arsenal del cibercrimen. La automatización ha multiplicado la capacidad operativa de los atacantes, mientras que la inteligencia artificial ha perfeccionado sus tácticas: sin más precisas, más convincentes y, sobre todo, más difíciles de interceptar. En este contexto, la velocidad de reacción se ha vuelto un factor crítico.
Muchas organizaciones, especialmente medianas o en proceso de transformación, operan en desventaja. No siempre por falta de voluntad, sino por presupuestos limitados, estructuras fragmentadas y una aguda escasez de profesionales especializados. Esta combinación genera una falsa sensación de control aumentando la superficie de ataque y comprometiendo seriamente la capacidad de respuesta ante incidentes que pueden poner en jaque la continuidad del negocio.
Tecnología, sí. Pero con visión estratégica
La solución no pasa solo por acumular herramientas o multiplicar proveedores. Hace falta algo más profundo: una arquitectura que combine inteligencia artificial, automatización y análisis predictivo capaz de detectar patrones inusuales y responder en tiempo real. Ahí entran en juego los modelos de gestión centralizada, los servicios especializados (como los MDR) y, sobre todo, una integración inteligente de la inteligencia de amenazas.
Sin embargo, la tecnología, por sí sola, no basta. El verdadero cambio comienza en las personas: su formación, su conciencia del riesgo y su implicación diaria. La ciberseguridad ya no es solo asunto técnico; es una cuestión de liderazgo, de cultura organizacional, de entender que protegerse digitalmente es proteger negocio.
NIS2: una hoja de ruta para construir resiliencia
En este escenario, la entrada en vigor de la directiva europea NIS2 representa más que una nueva obligación legal. Es, o debería ser, una guía estratégica para repensar la ciberseguridad desde dentro.
NIS2 eleva el estándar, exigiendo gobernanza sólida, gestión del riesgo, formación continua, capacidad de respuesta eficaz y comunicación transparente ante incidentes. Pero, más allá de su rigor normativo, su esencia apunta a un mismo objetivo: construir resiliencia organizacional. Se trata de preparar a las empresas no solo para evitar ataques, sino para resistirlos, responder con agilidad y aprender en el proceso.
Sí, es una norma. Pero también puede ser el punto de partida para transformar estructuras heredadas, optimizar recursos y alinear la ciberseguridad con el núcleo de toda estrategia empresarial: la continuidad operativa y la confianza del cliente.
Talento: una vulnerabilidad estructural
Uno de los desafíos más críticos – y menos visibles – es la escasez de talento en ciberseguridad. La demanda de profesionales crece a un ritmo que la oferta actual no logra alcanzar, provocando que incluso organizaciones avanzadas tengan dificultades para captar y retener perfiles clave.
Esta brecha, si no se gestiona, puede convertirse en una debilidad estructural. Y para cerrarla, no basta con contratar más. Hay que mirar más lejos: fomentar la formación continua dentro de las empresas, incentivar trayectorias tecnológicas desde etapas tempranas y, cuando sea necesario, apoyarse en socios estratégicos que aporten experiencia y conocimiento especializado.
El talento no debe verse solo como un recurso que se compra: debe entenderse como un valor que se construye.
La inteligencia de amenazas como ventaja competitiva
Otra dimensión que muchas veces subestimada es la inteligencia de amenazas. En un ecosistema digital interconectado, identificar patrones, compartir información sobre actores o campañas y comprender la evolución de las amenazas puede marcar la diferencia entre resiliencia y la vulnerabilidad.
Esto no se logra en solitario. La colaboración entre sectores, el trabajo conjunto entre entidades públicas y privadas, y la consolidación de redes de confianza no son lujos: son condiciones esenciales para una defensa verdaderamente eficaz.
Prepararse es resistir, anticiparse es liderar
El cibercrimen hoy opera como una industria: profesional, organizada y con una capacidad de adaptación sorprendente. En ese tablero, sobrevivir no depende únicamente del volumen de inversión, sino de la capacidad de gestionar mejor los riesgos y anticiparse a los movimientos del adversario
La ciberseguridad que necesitamos no es solo reactiva: debe ser inteligente, integral, predictiva y continua. Cumplir con NIS2 es un paso relevante, sin duda, pero no suficiente si no se acompaña de un cambio real. No se trata solo de protegerse, sino de evolucionar.
Porque, en este nuevo juego, quien se anticipa no solo sobrevive. Lidera.
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