Por qué los ciberataques son cada vez más frecuentes en las universidades

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En el Reino Unido, el 85% de las universidades sufrieron brechas de seguridad en 2022, siendo el ámbito educativo que más las experimenta, por delante del 63% de los centros de secundaria y del 41% de los de primaria.

El mundo de la educación no ha sido ajeno al proceso de digitalización acelerada que se inició con la pandemia de 2020, en su caso impulsado por las clases online sobrevenidas. Más allá de ese momento, y de los remanentes tecnológicos que se han mantenido, las instituciones de enseñanza utilizan sistemas informáticos para gestionar su administración, desde los procesos de admisión o los exámenes hasta los proyectos de investigación en las universidades.

Los centros educativos son muy atractivos para los ciberdelincuentes porque presentan sistemas complejos y heterogéneos, a menudo sin la ciberprotección necesaria.  Además, albergan datos de interés, como declaraciones de la renta y becas, ingresos de los padres y direcciones personales. Todos ellos factores que han provocado un incremento de los ciberataques sufridos por las instituciones educativas.

Como muestra, un botón. Ipsos realizó a finales de 2022 e inicios de 2023 una encuesta para el gobierno británico según la cual el 85% de las universidades del país había sufrido brechas de seguridad en los últimos 12 meses; también el 63% de los centros y el 41% de las escuelas de primaria. De ese 85% de universidades, el 100% sufrió phishing, el 86% suplantación de identidad y el 64% algún tipo de virus, spyware o malware. El ransomware fue mucho más reducido, el 9%.

Pedro Morcillo, country manager de TEHTRIS para España, recuerda que “estas instituciones educativas a menudo están mal protegidas al disponer de sistemas antiguos que contienen vulnerabilidades conocidas por los actores maliciosos locales que buscan acceder o modificar datos personales. Paralelamente, las universidades disponen de numerosos datos que pueden interesar a los piratas informáticos”.

La compañía señala también que las investigaciones científicas que se desarrollan en las universidades son objetivos recurrentes de actores malintencionados de alto nivel. No hay que olvidar que muchas de esas investigaciones se centran en el desarrollo de nuevas tecnologías, con datos clave para la innovación y la industria. Datos que, además, se comparten en redes universitarias internacionales, que deberían tener sistemas de protección muy robustos.