El robo de datos bancarios es el tipo de fraude más común en España

SAS ha publicado el estudio Faces of Fraud, en el que analiza las tendencias de fraude en 15 países diferentes, sobre todo europeos, pero también de América (Estados Unidos, Canadá y Brasil), Oriente Medio (Emiratos Árabes Unidos) y África (Sudáfrica). La encuesta, realizada por 3Gem Research and Insights, se realizó a 13.500 personas, divididas al 50% entre mujeres y hombres, 1.000 de ellas españolas, a finales del 2022.

Casi la mitad de los encuestados españoles ha sufrido intentos de estafa digital (44%), mientras que un 39% ha sido víctima de algún tipo de fraude dos o más veces a lo largo de ese año. El tipo de fraude más común es el robo de datos bancarios, seguido por la sustracción de los datos personales y el engaño que hacer creer a los usuarios que han ganado un premio económico. El resultado es que en España un 84% de los encuestados teme ser víctima de fraude digital. Las principales vías de llegada de los ataques han sido los teléfonos móviles (72%), el correo electrónico (67%) y la aplicación de mensajería WhatsApp (40%).

El 90% de los encuestados en España cree que tanto las compañías como las administraciones públicas no hacen lo suficiente para protegerles. Un 30% no tiene claras las medidas de protección de las entidades financieras y un 45% indica que es necesario mejorar los controles de seguridad para que el proceso sea más ágil. Pese a ello, el 76% de los españoles cambiaría de entidad para sentirse más seguros y el 83% está a favor de contar con más comprobaciones en sus transacciones y compras. Y un 74% utilizaría tecnología de biometría e IA para esos accesos seguros. Pese al temor al fraude, el 70% de los encuestados seguirá haciendo compras online en lugar de acudir a las riendas.

Marcos Carrascosa, director de Customer Advisory en SAS Iberia, cree que “en la actualidad, el riesgo de sufrir un intento de robo de información o estafa es mayor e incluso más dañino que antaño. Por ello, las administraciones públicas y las entidades bancarias y aseguradoras deben considerar la seguridad y la protección de sus clientes como un objetivo clave. Los consumidores son cada vez más conscientes de la seguridad de sus datos, y su protección es motivo suficiente para que tomen decisiones importantes “.