Conclusiones de Europol en su informe anual de evaluación de amenazas del crimen organizado en Internet

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El informe IOCTA 2023 lanza un mensaje contundente: la figura solitaria del ciberdelincuente con una sudadera con capucha sobre un teclado procesando líneas de código ya es cosa del pasado. Ahora el cibercrimen es un gran negocio y los atacantes operan como auténticos sindicatos comerciales transfronterizos.

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El ciberdelito se ha convertido en un gran negocio, con toda una economía ilícita, lo que hace que la investigación de los ataques cibernéticos sea cada vez más desafiante para los cuerpos de seguridad, con múltiples actores especializados que trabajan desde todos los rincones del mundo. Así se desprende de la novena edición del informe IOCTA, que anualmente publica Europol.

Entre sus conclusiones destaca que son que los ciberdelincuentes son cada vez más codependientes y que sus servicios están cada vez más entrelazados. Es decir, necesitan colaborar para llevar a cabo sus fechorías. Por ejemplo, para cometer un fraude, necesitan malware que sea difícil de detectar, conectividad segura que no pueda ser rastreada, acceso incial a las redes y correo de la empresa, contenido de ingeniería social de calidad, alojamiento para su contenido ilícito, etc. Por tanto, necesitan conocer en profundidad diferentes campos, lo que ha provocado que unos delincuentes vendan su conocimiento a otros en la modalidad de servicio.

El hecho de que no ejecuten el fraude completo y compren servicios a otros ciberdelincuentes más capacitados en algunos ámbitos, en principio, puede ser positivo para combatir el cibercrimen, según el informe. En el momento en el que se desmantela una operación delictiva y se producen arrestos, también se paralizan más delitos

Otra conclusión es que la finalidad que persiguen no varía y fundamentalmente es robar datos que luego les permitirán alcanzar otros fines, como el ciberespionaje, el fraude financiero o la extorsión. También cambia su forma de operar, pero las técnicas son más complejas.