La seguridad en el sector educativo, en entredicho por el uso de dispositivos USB sin cifrar

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La presencia de los dispositivos USB en escuelas y universidades está tan extendida como tablets, portátiles y los libros. No sólo lo utilizan los estudiantes y profesores, sino también otros departamentos. Utilizar estos dispositivos sin cifrado puede resultar caro, y más ahora con el endurecimiento de las normas de protección de datos como, por ejemplo, GDPR.

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A veces, el dispositivo más útil, puede ser peligroso si no se utiliza con las medidas adecuadas. Y eso es lo que ocurre con los USB, sobre los que Kingston advierte del riesgo que supone para la seguridad de la información almacenar en ellos información sin cifrar.

“Son muchos los dispositivos que se utilizan hoy en día en las aulas no están cifrados”, señala este fabricante, lo que incrementa la propensión a ser infectados de virus y de pérdida de información, en caso de robo o extravío.

Para Kingston, los estudiantes, docentes y administrativos que transportan datos fuera del aula aumentan el riesgo de que la información se vea comprometida y, eso, con las nuevas normas de protección de datos, deja a las instituciones expuesta frente a multas considerables, importantes costes de recuperación y grandes problemas de gestión de las relaciones públicas.   

La relevancia de utilizar dispositivos con cifrado queda demostrada con un ejercicio llevado a cabo por investigadores de Google, la Universidad de Illinois Urbana-Campaign y la Universidad de Michigan, durante el cual escondieron 297 dispositivos USB sin cifrar por todo el campus de la universidad Urbana-Champaign. Los datos reflejan que el 98% de los dispositivos (290) fueron recogidos por alguna persona, y que el 45% de ellas abrieron al menos uno de los archivos (135 de 297). El tiempo medio que tardaron los dispositivos en ser conectados a un ordenador es de casi 7 horas, mientras que el primero de ellos se produjo a los 6 minutos de haber sido encontrado.